En las redes de ordenadores, y en Internet sin ir más lejos, el modelo más común de transmisión de datos es el de cliente-servidor, en el que muchos ordenadores (clientes) piden datos a un ordenador central (servidor), como por ejemplo sucede con la banca electrónica, los sitios de comercio electrónico, o la web de un medio de comunicación como esta misma.
Este modelo es más o menos eficiente cuando se trata de distribuir pequeños paquetes de información, pero aún así no siempre funciona porque muchas veces los servidores no son capaces de responder a la avalancha de peticiones que reciben y “se caen”.
En el caso de las redes P2P, del inglés peer to peer, redes de iguales, no existe el concepto de cliente-servidor, sino que todos los ordenadores de la red envían y reciben información a la vez, lo que las hace muy eficaces cuando hay mucha información que repartir, pues no toda la información reside en un ordenador o en un pequeño número de estos que tengan que ser capaces de responder a las demandas de muchos otros.
Es cierto, sin embargo, que en el caso del protocolo Bittorrent, uno de los más conocidos de este tipo de redes, al menos un ordenador tiene que actuar como tracker, que es el que se encarga de mantener información actualizada acerca de en qué ordenadores de la red está disponible un archivo determinado en cada momento y de comunicárselo a los demás, pero por lo demás son los propios ordenadores conectados a la red los que se encargan de la distribución de esos archivos, aprovechando la conexión a Internet de cada uno de ellos en lugar de depender de la del servidor, y con las versiones más recientes del protocolo los pares son capaces de mantener la conexión entre ellos aunque se caiga el tracker.
Estos archivos, además, se dividen de forma automática en fragmentos para no tener que transmitirlos enteros, de tal forma que si se corta la conexión o un ordenador se cuelga en medio de la transmisión no se pierde todo el archivo sino la parte que se estuviera transmitiendo en ese momento.
Al disponer de múltiples copias del archivo en la red el proceso de distribución es muy eficiente, ya que se evitan los cuellos de botella, o al menos estos son menos perjudiciales, ya que la demanda se distribuye entre muchos ordenadores, con lo que en el caso de archivos muy populares la descarga es asombrosamente rápida.
El gran problema de estas redes es que, aunque técnicamente son un sistema muy bueno, buena parte del contenido que circula por ellas está sometido a derechos de autor y es absolutamente trivial encontrar en ellas las últimas novedades discográficas, películas o series de televisión apenas minutos después de que hayan salido al mercado o de que hayan sido emitidas en su país de origen, lo que las ha colocado en el punto de mira de la industria audiovisual y de las entidades de gestión de derechos de autor, que han interpuesto numerosas demandas en todo el mundo con resultados bastante dispares, y que además exigen algún tipo de regulación sino directamente la prohibición de su uso.